Puños descontrolados y cuchillos feroces, escalones convertidos en escenario de la barbarie, cinturones utilizados como armas de agresión, paravalanchas esquivados en busca de un escape, codos abarrotados de gente transformados en refugios. Locura, desesperación, violencia y sangre en los asientos celestes del estadio de Vélez. En el medio de niños, padres y abuelos, la zona parece liberada. El pánico se apodera de la tribuna de River y una estampida deja heridos por todos lados. Muchos más de los que se declaran después en los partes oficiales de la policía. Sucesión de imágenes de batallas en las que un bando quiere descargar su furia contra otro por conquistar el poder de Los Borrachos del Tablón, la barra brava millonaria. El fútbol, la excusa.
Horas antes de ver como la tribuna ocupada por los hinchas de River se transformó en un campo de batalla donde hubo heridos de arma blanca y por golpes se escuchó el relato de una persona que congeló la sangre: «Vienen los «Pibes de Gonzalo» a copar la popular. Son los que antes respondían a Adrián y se enteraron que están los del Oeste. Dicen que los van a matar» . Poco después de un mediodía soleado, las ganas de disfrutar de un domingo se vieron amenazadas por las advertencias que llegaban desde los alrededores del Monumental. El terror se mudaba de cancha. La policía parecía no enterarse de lo que muchos sabían de antemano y aplicaba el derecho de admisión sobre algunos barrabravas, entre ellos Marcelo Martínez, alias Franky , y Martín Stambuli, alias el Turco , supuestos líderes de la Banda del Oeste .
Por enésima vez, dos facciones antagónicas se trenzaron en plena tribuna local de Vélez, donde River jugó de local por estar ocupado el Monumental con el Quilmes Rock. La Banda del Oeste , que últimamente no iba al estadio de Núñez, intentó adueñarse del control de la popular en Liniers, a donde llegó temprano y se quedó por unos minutos en la parte central de la tribuna. Pero al llegar la Banda de Gonzalo , que se adueñó del liderazgo en Los Borrachos del Tablón, tras el supuesto paso al costado que dio Adrián Rousseau tras el homicidio de Gonzalo Acro, los minutos se hicieron interminables. Sin su cúpula, los del Oeste quedaron atrapados en la zona superior rodeados por los que responden a los líderes actuales de la barra brava. Un joven de remera negra sufrió golpes y cayó escalón por escalón, casi sin poder sostenerse. Se transformó en el protagonista de una postal que los presentes no podrán olvidar por mucho tiempo.
En los minutos siguientes al enfrentamiento, con demasiada convicción y las ganas de cerrar todos los caminos posibles, un grupo de fornidos hinchas millonarios se ponía de espaldas al partido y comenzaba a dar indicaciones por teléfono a su gente, todos vestidos por recomendación de vaya a saber quién con las camisetas alternativas de River o con la casaca de los Pumas. Eran los nuevos lugartenientes de la barra y a los que poco les importaba los insultos de los plateístas (ver aparte). Caverna , Martín de Ramos y Joe eran los hombres fuerte de la feroz conquista. Un prolongamiento de la barbarie. Una particularidad: no había banderas grandes, de las que suele mostrar los violentos. ¿El motivo? Ninguno de los bandos quiso llevarlas para que no sean apropiadas como trofeos de guerra. A esa altura, cuando la exaltación era menor, fue muy difícil comprender cómo pudieron mantener una sangrienta pelea ante la pasividad policial, que se hizo presente con unos diez efectivos de infantería, pero que se marcharon enseguida como si nada hubiese pasado.
No fue el primer enfrentamiento, y seguramente tampoco será el último. La puja por el control de la barra brava de River, sin un liderazgo definido desde las ausencias de Adrián Rousseau y los hermanos Alan y William Schlenker, los antiguos jefes, sumó ayer un nuevo capítulo en la cancha de Vélez. La lucha por el poder y el botín que se reparten los violentos ahora la disputan las denominadas Banda de Gonzalo y Banda del Oeste, que tienen el beneplácito de diferentes sectores de la política del club para acceder a las entradas.
Los nuevos protagonistas de la feroz interna son viejos conocidos de la tribuna popular de River. La Banda de Gonzalo es un desprendimiento de la facción que antiguamente comandaba Adrián Rousseau y que tenía a Gonzalo Acro -murió el 9 de agosto de 2007, tras 24 horas de agonía, luego de recibir tres disparos- como lugarteniente. La aplicación del derecho de admisión que pesa sobre Rousseau determinó que el ex líder no sólo fuera perdiendo presencia, sino también predicamento sobre el resto de sus soldados . El barrabrava ya no merodea el Monumental y tampoco acompaña hasta las adyacencias de los estadios a quienes hace unos meses respondían a sus directivas. Modificó sus hábitos: dejó las canchas y se acercó a los autódromos. En San Rafael, Mendoza, participó el 2 de este mes en el Campeonato Argentino de Motociclismo.
La ausencia de Rousseau provocó que Caverna , Martín de Ramos y Joe , segundos en la línea de mando en los últimos tiempos, se constituyeran en los jefes visibles de la organización. Una particularidad distinguió durante el torneo Clausura a esta facción: sólo se hizo presente en el Monumental. Ahí, desplegaba todo su poderío. Llegaba con los tradicionales bombos, redoblantes y banderas, y manejaban la tribuna Sívori.
La fisonomía física de los componentes del grupo se asemeja a aquellos que integraban a Los Borrachos del Tablón en los tiempos en que Rousseau y los hermanos Schlenker eran los líderes. Cuerpos musculosos, trabajados en gimnasios y fortalecidos por complejos vitamínicos y anabólicos.
La reaparición en escena de la Banda del Oeste se produjo tras el vacío de poder que se desató luego del enfrentamiento entre los grupos de Rousseau y los hermanos Schlenker. Esta facción tuvo cierto poder algunos años atrás, aunque fueron relegados y maltratados cuando quienes respondía a Rousseau empezaron a manejar la tribuna. El descontento por los pocos tickets que recibían y la supuesta afinidad con los hermanos Schlenker hizo que la tirantez de la relación fuera en aumento.
La Banda del Oeste es liderada por Martín Stambuli, conocido como el Turco del Oeste , que tiene como laderos a Marcelo Franky Martínez y Sebastián Líder Barraza. También cuenta con el apoyo de elementos violentos de la zona norte del Gran Buenos Aires. Este grupo intentó apoderarse del liderazgo de la barra brava el 10 de febrero último, cuando River se midió con Gimnasia y Esgrima, de Jujuy, en el Monumental. Pero se produjo una pelea en los descansos de las escaleras de la tribuna Sívori y la tentativa por tomar el control fracasó. El saldo de la refriega fue de dos heridos de arma blanca. Sin embargo, no claudicaron y siete días más tarde se hicieron presentes en Rosario, cuando los millonarios jugaron ante Newell s, en el Parque de la Independencia. Se movilizaron en tres micros, comieron en un parador de San Nicolás y, para evitar un choque con la policía santafecina, que los esperaba apostada con siete camionetas, aceptaron las requisas en el peaje de General Lagos.
La imposibilidad de acceder a un número importante de entradas para cuando el equipo juega en el Monumental hizo que desistieran de presenciar los partidos en Núñez. Ayer, y como River hizo de local en el estadio de Vélez, se adelantaron a sus rivales y se adueñaron del corazón de la tribuna. Pero la irrupción de la Banda de Gonzalo provocó la feroz pelea y reavivó la frenética y sangrienta lucha por el poder. Una contienda que también tiene un costado político, porque aunque faltan casi 21 meses para las próximas elecciones, los posibles candidatos, tanto del oficialismo como de la oposición, en lugar de seducir con propuestas a los verdaderos hinchas buscan el apoyo de los violentos. Y no dudan en colaborar.
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