Si hubiera sido por los periodistas que cubren el fútbol en los grandes medios de comunicación, los escándalos de River Plate nunca hubiesen trascendido. Cuando en la ex revista edición i comenzamos a publicar, en el año 2006, las graves irregularidades que cometía José María Aguilar, destapando el ‘caso Ricardo Martín Hardoy‘ (el individuo con convocatoria de acreedores personal que aparecía como el titular de un supuesto fondo de inversiones que compraría jugadores a River), los periodistas deportivos decidieron no acompañar la investigación. Recién cuando la Comisión Directiva de River Plate, con Aguilar en Alemania, decidió anular la operación ante el escándalo doméstico, comenzó a aparecer el tema en algunos medios.
Algo similar ocurrió después con la irregular compra de jugadores del ignoto club Locarno, de la 2da. División de Suiza, que fue el ‘dibujo‘ que inventó Mario Israel cuando se cayó lo de Hardoy.
¿Por qué será tan trabajoso para los periodistas deportivos involucrarse en los temas que son decisivos en la organización del negocio del entretenimiento denominado ‘fútbol profesional’, aún cuando no resulten parte de la competencia propiamente dicha?
¿Es falta de conocimiento o complicidad con los dirigentes? Nunca termino de decidirme.
La duda regresa ahora con el caso de la abogada Alejandra Belmartino, la madre de los ‘barrabravas‘ Alan y William Schenkler.
Urgente24 ya informó acerca del excelente documento televisivo difundido por CrónicaTV durante una entrevista a Belmartino, destacando que lo trascendente del contenido eran las escuchas telefónicas que difundió la abogada.
Sin embargo, en las entrevistas del canal 26 y de Telefé que se difundieron hoy viernes (29/08), el tema no fueron las escuchas telefónicas. Mi impresión fue que los periodistas entrevistaban a Belmartino sin tener conocimiento de cuál era el tema de fondo.
O, de lo contrario, que estaban dispuestos a omitir las graves responsabilidades que le caben a José María Aguilar en la supuesta compra de favores de integrantes del Poder Judicial, en caso de comprobarse la veracidad de esas escuchas telefónicas.
Por ejemplo, canal 26 perdió una eternidad de tiempo discrepando acerca de un supuesto Registro de Barrabravas que propone Belmartino, idea que conceptualmente no es mala pero es innecesaria si se aplicara la legislación vigente y la Asociación del Fútbol Argentino presionara a los clubes para que cese la connivencia entre dirigentes y ‘barrabravas‘, mientras dejaba pasar la oportunidad al menos para repetir las escuchas telefónicas.
Hay una en la que se habla de dinero para algún integrante de una Cámara (se supone que de apelaciones).
Hay otra en la que se habla de dinero supuestamente para el Juzgado a cargo de Luis Rodríguez, que requieren de una pomenorizada investigación para que el magistrado quede limpio de toda sospecha o cese como representante de la Justicia.
Hay otra en la que un abogado le brinda a un ‘barrabrava‘ (Adrián Rousseau) la ubicación geográfica de otro ‘barrabrava‘ rival al que pretenden ubicar y le asegura que puede ir tranquilo, como si se refiriese a una ‘zona liberada’.
Hay otra en la que Rousseau reconoce al abogado (Sebastián Rodríguez) que el ‘barrabrava‘ se le escapó por una calle lateral de tierra.
Hay otra en la que Sebastián Rodríguez le informa sobre otro ‘objetivo‘ y le reclama que no vuelva a fallar.
Tampoco Telefé pareció comprender cuál era la nota. Es horrible explicarle a otro periodista profesional que no sabe hacer su tarea pero no queda alternativa: fueron notas que en la materia Taller de Periodismo, en 1er. año de la carrera, hubiesen condenado al alumno a un aplazo.
¿Qué importa debatir si Alan y Adrián fueron amigos o no cuando hay poderosas escuchas telefónicas en las que, por ejemplo, un ‘barrabrava’ que luego murió sospechosamente a la salida de un hospital, está contándole a Belmartino que acaban de emboscarlo y le pegaron duro? ¿Esas personas más tarde lo mataron?
Es evidente que la nota superó a los periodistas y fue una lástima.
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